miércoles, 2 de noviembre de 2016

Quiero arrancarme los ovarios



Las reglonas vivimos desde hace siglos luchando contra nuestro cuerpo, pasando unos días donde perder la consciencia suena mejor que sufrir el letal golpe del CÓLICO MENSTRUAL. Hay mucha gente que compara los cólicos menstruales con una patada en los huevos, pero ningún trans se ha atrevido a desmentir esto, así que solo les puedo contar desde mi experiencia cómo hago para afrontar cada mes este terrible pesar.

¿POR QUÉ TENEMOS CÓLICOS?

El útero se encuentra ocupado y cuando se empieza a contraer aparecen los dolores menstruales. Cuando el útero se contrae más para empujar a los pólipos (coágulos), fibromas uterinos, tumor en el útero y síndrome de ovario poliquístico se producen cólicos severos. *Wikipedia*


¿POR QUÉ ME DEBERÍAS CREER?

Yo te digo ahorita: porque tengo más de 15 años de experiencia luchando cada mes contra mi propia máquina reproductora. Y hasta he llegado a perder la consciencia y me he desmayado mientras manejaba mi carro, soportando niveles de dolor achorado.

Lo más fuerte que me ha pasado fue saltar de un puente con un arnés mientras sufría de este conocido mal. Pero ¿sabes qué? viví para contarlo, así que ahora acompáñane a ver qué puedes hacer cada vez que venga Andrés.


TOMA LA PASTILLA

He probado todas las pastillas que hay, y solo hay dos que me hacen el aguante cada vez que quiero arrancarme los ovarios y matar a un gatito bebé: Doloral y Anaflex. En caso de dolor extremo una inyección de KETOPROFENO es lo único que me devuelve la vida.

TOMA EL TÉ

Lo mejor es el té de orégano, pero sabe a mierda. Le puedes hechar un poquito de azúcar pero a mi no me gusta el azúcar así que lo tomo ACAPELLA y ya me acostumbré. También infusiones a base de muña funcionan muy bien. Pero si estás misión imposible o te da flojera comprar las hierbas, el té mujer de wawasana también sirve; y ya en situaciones extremas té simple puede ser también útil.

PONTE CREMITA EN EL VIENTRE

Cualquier crema para calentar músculos, como Icy Hot u otras, ayudan a calentar LA ZONA pélvica para que se derritan los coágulos desgraciados que tanto quieren salir.

COMPRESA CALIENTE EN LA PANCITA

Ya sabemos por qué tenemos cólicos, el útero sufre por expulsar los coágulos de sangre que tienes adentro, entonces hay que ayudar a nuestro útero a sacarlos derritiéndolos. Una bolsa con gel o hierbas aromáticas, sirve un montón. Lo calientas 1 minuto en el microondas y te lo pones en la pelvis para meterle terror a esas bolitas de sangre diminutas.

FÓRRATE PARA LA NIEVE

Uno de los síntomas más desesperantes es la presión baja, porque no importa si estás a 30 grados, tú te estás congelando. Y me ha pasado que estoy en climas tropicales donde todos se divierten y yo estoy en Groenlandia y todo es gris y frío. Para eso me forro de pies a cabeza y me meto a la cama a esperar que hagan efecto todas las cosas mencionadas líneas arriba.

BONUS TRACK


1. El chocolate tiene pase libre
2. Cualquier película fresa que tenga 2 estrellas es básicamente bienvenida
3. Las canciones de Ed Sheeran ayudan a superar los deseos de matar pajaritos

jueves, 27 de octubre de 2016

Yo no fui al cole en Lima




Yo no fui al cole en Lima. Yo no visité el Real Felipe ni el planetario de Chorrillos, ni la fábrica de D'onofrio, ni el Parque de Las Leyendas. Yo no visité la Atarjea (¿así se escribe?), pero si tuve veranos increíbles al sur de la capital y una infancia encantadora al norte del país.

Yo crecí en Piura, donde el invierno se soporta a 30 grados; y para huir del bochorno de la ciudad sólo tienes que ir al río que está a 5 minutos. Visité la casa de Miguel Grau, las ruinas del Señor de Sipán (en un roadtrip donde vomité a todos mis compañeritos) y una fábrica de algodón. Yo no tengo ningún recuerdo sobre el terror que vivieron los limeños en la época del terrorismo, para mi los apagones eran producto del subdesarrollo de la ciudad y no obra de un grupo de desadaptados sociales.

Si hay algo que puedo agradecerle a mis viejos es haber tenido los huevos del tamaño de un dragón y haber decidido criarnos a mi y a mis hermanos al norte del país. A pesar de no contar con parques, solo con grandes arenales llenos de espinas y cadillos (el terror de las bicicletas), mi infancia fue feliz y tranquila. Y no había notado el impacto de haber crecido por allá hasta que un amigo me lo hizo notar. De hecho es mucho menos exótico de lo que me hubiera gustado alardear pero si guardo con cariño todas las experiencias vividas en esa ciudad.

Yo creo que muchos limeños están a veces ensimismados en sus propias experiencias capitalinas y olvidan que hay millones de personas creciendo en provincia con vidas mucho más felices que la de algunos que viven acá. Vivir en Lima no es ni bueno ni malo, ni tampoco mejor o peor que crecer en otro lugar. Definitivamente el estilo de vida de la capital es diferente al de muchas provincias, pero eso no quiere decir que se deban replicar estas costumbres, al contrario por eso muchos huyen al interior a descansar.

El Perú es un país increíble para visitar, comer, vivirlo y experimentarlo. Y creo que es responsabilidad de cada uno de nosotros llevarse un poquito de cada lugar para así poder conocer todos los rincones del territorio nacional y poder ser más tolerantes a la hora de actuar. Si no conoces la realidad de otros, no puedes ponerte en sus zapatos, por ende no puedes tomar buenas decisiones.

Y para los que no saben, la foto es de Canchaque, la sierra piurana que es tan solo espectacular.

X

lunes, 12 de septiembre de 2016

Los millenials también venimos en generaciones



Nunca pensé que me llegaría la adultez de golpe y tan rápido. Pasé de salir todos los fines de semana y convivir con la resaca durante 1 década, a cenar con amigos y dormir temprano porque al día siguiente tengo que chambear o hacer algo importante. Y todo esto en un período aproximadamente de 6 meses. La resaca ahora la paso en una clínica y maldiciendo el momento en que cancelé mi Uber por quedarme un rato más.

Cuando me pongo a pensar en mis 28 años me doy cuenta que a la mitad de haberlos vivido, mi vida ha cambiado por completo. El alcohol de pronto no es una prioridad en mis planes los fines de semana, mi círculo de amigos cercanos se ha achicado pero está bastante compacto y en completa complicidad, y mi relación con mis viejos es más de patas que de chibolo pulpin malcriado.

Pero no es sólo el cambio físico y emocional lo que me ha hecho sentar cabeza, es también esta nueva horda de millenials de 2da generación (el mismo fenómeno que un teléfono celular) que ahora están sueltos por la calle y nos van desplazando poco a poco a los millenials de la 1ra generación. Estos pulpines malcriados están jugando un partido que nosotros ya dejamos empatado con los GENERATION X, y se han dedicado a meter gol sin parar. A ellos nadie les cuestiona el hecho de cambiar su nombre por algo más apropiado o acorde a su personalidad como "Spoonkie", "Falala" o "Kitsch"; en su cabeza no existe el tener que pagar derecho de piso, solo tienen ganas de hacerse escuchar.

Creo que los millenials de la 1ra generación tenemos la responsabilidad de ser los hermanos mayores y seguir abriendo el camino para que nuestros hermanitos pulpines se coman el mundo con zapatillas, tacos y chancletas. No se trata de una guerra de ideologías y tendencias con los que estuvieron antes que nosotros, se trata de aprender y valorar lo que los GENERATION X nos han dejado e incluir a los pulpines en la solución de los problemas que nuestro pobre planeta tiene.

Dejando de lado lo #treehugger creo que los millenials 1G podemos estar en paz con nosotros mismos, sabiendo que los chiquis que nos siguen tienen los huevos del tamaño del sol y van a hacer de este un mejor lugar. Lo que si me muero por ver, es cómo nuestros pulpines lidian con los nativos digitales (de temer) y los chibolos geniecillos que crean apps desde los 2 años. A ver qué tiene una currícula de nido en 20 años.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Cómo evitar caer mal en Snapchat

Una amiga me pasó la voz sobre Snapchat hace unos años, diciéndome que era una red social para pasarse fotos y videos que no se guardan en tu celular. Para ese entonces yo ya estaba medio peleada con Whatsapp por los miles de gigas que ocupaban sus fotos y videos compartidos en mi pobrecito iPhone.

Lo empecé a usar en el trabajo para joder a mis coworkers y amigos, siempre dibujando adornitos encima de todos esos retratos de gente, que no se enteraban qué rayos hacía tomándoles una foto. Luego, empecé a seguir a mis series favoritas y celebrities para ver qué cosas cool hacían en el día a día.

Creo que no fue hasta el streaming de eventos y especiales de ciudades, que caí en cuenta de algo: había perdido un poco la esencia de mis snaps; y poco a  poco dejé de mandar a mis amigos selfies o fotos de mi día a día.

Hace poco, entre chelas tranqui, un amigo me dijo que mi poca actividad en Snapchat lo tenía desconcertado. Entonces decidí revivir la razón por la cual me hice una cuenta en primer lugar: entretener y ser entretenida.


Ese es el propósito de nuestro querido fantasma, y es por eso que les voy a dar unos tips para NO CAER mal en Snapchat. Estos errores los hemos cometido todos. Muchas veces, a causa del aburrimiento, trato de transmitir un poco de lo que siento a mis compañeritos. Sin embargo, cuando recibo un snap similar, me doy cuenta de lo irrelevante que me puedo volver por culpa del maldito aburrimiento.

Postear sobre chamba no es bacán, a menos que seas el cazador de cocodrilos o Alexa Chung. Evita enviar selfies de aburrimiento, sólo telearás al resto. 

Es importante segmentar a tu público. Si te regalaron flores, post its, una silla nueva o una nueva máquina de café a toda tu área; envíaselo a tus coworkers. Tus amigos no tienen por qué enterarse, porque te aseguro que poco les va a interesar tu nuevo fondo de pantalla.

Tonos y eventos. Si estás en un evento o tono que merece ser inmortalizado y compartido, agrega íconos o capta algo bacán que esté sucediendo en el momento. Un paneo horizontal de un montón de gente hablando con trago en mano, NO ES BACÁN.

Selfies. Pertenecen a Instagram, mantengamos las cosas en su red social respectiva. Gracias.

Paisajes increíbles. También pertenecen a Instagram, a menos que dibujes algo encima para que sea más entretenido. 

Además, quién no ha sufrido con los snaps del maníaco compulsivo, el que comparte hasta el papel que usó para secarse los mocos. Todo bien, pero mantengámoslo en nuestras biografías, para la gente que está en niveles máximos de aburrimiento y puede darse el tiempo de revisar los snaps del historial <=== yo.

Piensa antes de compartir algo con tus amigos. Si vas a llamar la atención de alguien y solicitar un tap a tu snap, debe ser algo muy divertido.

jueves, 14 de mayo de 2015

Cuando suena mi barriga



Una vez escuché que hacer una película es como preparar un plato de comida; todo está en los detalles, en la experiencia, en la sensación y presentación del plato. Yo no sé qué tan cierto sea esto porque para mí preparar un plato, es como saltar sin cuerda desde una avioneta volando sobre las líneas de Nazca.

Admiro a la gente que sabe cocinar, que sabe y que le gusta hacerlo. Yo creo que nunca he recibido elogios por algo que he preparado, ni siquiera de mi mamá que se supone es mi fan #1. Es más, mi madre es la primera persona en burlarse de mis cagadas en la cocina y de sacarme en cara el común denominador del lifestyle de los 80 "a tu edad ya te tenía a; ti y a tu hermana, lavaba y planchaba pañales sin ayuda de nadie".

El otro día me lancé a hacer merenguitos YO SOLA, pensé: "A mi nadie me va a decir que no puedo cocinar". Mezclé las claras, eché limón y algunas cosas más, fabriqué con una bolsa de plástico la cosita por donde sale la crema chantillí con forma bonita y me dediqué a armar pequeños torbellinos invertidos en la bandeja de metal. Metí la bandeja la horno y me dispuse a esperar mientras hacía tiempo en Youtube.

De pronto escucho: "Huele a quemado. ¿Alguien está cocinando?", a lo que corrí a apagar el horno y a sacar la bandeja de metal, para descubrir que mis merenguitos estaban totalmente quemados y chorreados entre sí. Lo que antes eran torbellinos blanquitos, ahora parecían huevo fritos, sucios y quemados; al fondo de la bandeja, sin ningún rastro del mágico y celestial blanco que antes la bañaba.

Me deprimí un montón. Estaba tratando de demostrarle al mundo que puedo hacer lo que se me pegue en gana, pero la vida me metió una patada en los ovarios y muy fuerte. Dejé la cocina por varias semanas; sólo entraba a tomar agua, coger alguna fruta o comer queso amarillito (lo tengo prohibidísimo). Traté de evitar mirar directamente al horno para no sentirme tan mal.

Un día, me armé de valor y decidí dejar de lado los postres e incursionar en el mundo de las ensaladas... y me fue de MARAVILLA. Aprendí también que todo sabe mejor con el ají de Wong. Ahora, cuando mi barriga ruge y hace sonidos de inframundo, mezclo las verduras disponibles en mi refri y le meto el clásico limón con sal para apaciguar el hambre. No me la quiero pegar de Santa Natura, pero quedó claro que los días de hacer sazón y freír cosas, quedaron sepultados para mí. A la fuerza me tuve que volver chica light y hasta ahora no me he muerto, de hecho me siento mejor. Pero de vez en cuando me empujo un all you can eat, sólo para recordarle a mi estómago quién es la dueña de este cuerpo.

Creo que la cocina y yo somos enemigos de nacimiento, pero quiero hacer todo lo que está en mi poder para algún día reconciliarnos y lucirme como Remy en Ratatouille, jugando con hierbas (suave), polvitos, ramitas y demás huevaditas. Acá les dejo la receta para el aliño: 3 limones + 1 pizca de sal + 1 pizca de pimienta + 1 cucharada de vinagre + 1 cucharadita de mostaza = Heaven on Earth.

PD: Ya probé Pinterest y fracasé en varios y profundos niveles.